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CELAM: Primera Asamblea eclesial de América Latina y el Caribe

Ciudad de México, 21 al 28 de noviembre de 2021 (modalidad presencial y virtual) •Photogallery

Por el FIAC participó  Patricia BAINBERG, Miembro del Equipo FIAC América.

Programa

 

Experiencia en la Asamblea Eclesial del CELAM del Nov 21 al 28 en Casa Lago, Ciudad de México (P. Bainberg)

Después de unos días de haber llegado de la Asamblea sigue ardiendo mi corazón por lo vivido en aquella casa de Izcali por ocho jornadas completas, donde todos nos propusimos caminar juntos, y unidos hacia una misma meta: descubrirnos como Iglesia viva y abierta a todo hombre y mujer de esta tierra, dispuesta a la escucha y al discernimiento permanente, garantía suficiente para no caer en el “gris pragmatismo”.

Todo comenzó el 21 de Noviembre a los pies de Jesús y de Maria de Guadalupe, pidiéndoles su presencia y su protección para el proceso que estábamos iniciando. Era una fiesta, de muchos colores y de diferentes modos de expresión, pero con un mismo corazón y entusiasmo de vernos y reconocernos todos como una Iglesia de discípulos misioneros en salida, cada uno desde su función y vocación, aportando lo mejor de si para esta diversidad en la unidad. Esa misa inicial concluyó con una foto que recogió en un instante el ambiente que ya se estaba generando, cuando un Obispo llamó a la Hermana Liliana Franco para que estuviera con ellos, sé que puede ser algo demasiado simple como para destacar, pero lo vivimos todos y todas, como un signo de inclusión y valoración. Imagínense, así comenzamos…

En Casa Lago, sede de la Conferencia Episcopal Mexicana, éramos unos 100 mas o menos, cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos de diferentes países, adultos y un grupito pequeño pero que se han hecho sentir, de jóvenes y cada uno de nosotros llegamos allí con las manos llenas de las experiencias de compartida en cada uno de nuestros países, o sectores que representamos y era común vernos compartiendo efusivamente por horas en cada momento libre que teníamos, las preocupaciones, desafíos, alegrías de nuestras comunidades. Era un desborde de entusiasmo y comunicación.

Todo allí fue en clave de sinodalidad, la manera en que vivimos, como rezamos, como trabajamos. Y claro, les confieso que me costó un poco alguna que otra situación cotidiana como por ejemplo, hacer la cola para comer y detrás de mi darme cuenta que estaba un cardenal con su bandejita esperando pacientemente…o moderando a mi grupo, tener que decirle a un obispo “ bueno monseñor, tiene que ir redondeando”…, pero de eso se trataba, no sólo que nos sumergiéramos en la teoría de una iglesia sinodal, sino en ir viviéndola en todo momento y recreando desde la más profundo aquello en la carta a los Corintios “somos todos miembros de un solo cuerpo”, cada uno con una función vital e importante para que el conjunto funcione.

Algo que nos conmovió a todos fue la propuesta mixta, de caminar la asamblea como una unidad: los que estábamos presentes allí junto a los que participaban virtualmente, eso fue increíble. Por supuesto que los comienzos fueron de prueba y error, pero ya el segundo día de asamblea pudimos tener todo muy solucionado y los grupos integradísimos y muy concentrados en lo que nos convocaba. Esta cuota de creatividad en la Asamblea será recordada como el nuevo modo de levantar el techo para bajar al necesitado a los pies de Cristo, será un signo que no hay obstáculo ni excusa para bajar los brazos en la tarea.

Nos quedó muy claro que una Iglesia en misión como la vivida en esta asamblea, sólo es posible por el desborde del Espíritu Santo en ella, que la mueve en un discernimiento profundo y permanente en pos a una reforma constante, a la que no debemos temer y que es fruto de una permanente conversión. Convencidos que la Iglesia misionera trabaja de adentro hacia afuera de manera Cristocéntrica formando comunidad de discípulos, convirtiéndose en hogar y camino para todos los hombres sin distinción, cumpliendo el mandato del Señor de “vayan y evangelicen” y con alegría!.

Tuvimos también que plantear no solo los desafíos sino las orientaciones a seguir para atravesar esos desafíos y me sentí de alguna manera corresponsable en la toma de decisiones sobre este punto, no sólo se nos preguntó sobre cómo está la situación, sino cómo podemos actuar al respecto. En esto pudimos experimentar la corresponsabilidad eclesial en todos los niveles para arribar juntos a acciones concretas para el hombre y la mujer de hoy y también para la Iglesia como institución.

 

Les comparto algunos puntos que escogí de algunas ponencias sobre el proceso de sinodalidad:

“¿es posible el camino hacia una mayor sinodalidad que supere las diferencias aparentemente irreconciliables para emprender un caminar juntos en la hermosa y multiforme diversidad de la Iglesia de Cristo?…es una invitación a discernir una renovada manera de ser y estar como Iglesia en medio del mundo, más fieles al evangelio de Jesús y de su seguimiento… Es imposible caminar juntos, sinodalmente, cuando somos victimas de la esclerosis sinodal…y porque todo aquel que se atrinchera en “su verdad” acaba siendo prisionero de sí mismo y de sus posiciones (Papa Francisco)…Así caminar juntos se vuelve imposible”  Mauricio López Oropeza CVX

“Otro aspecto ha caracterizado la vida eclesial de este continente, desde hace al menos treinta años: el contraste radical entre dos visiones de la Iglesia, que ha dado lugar a una profunda división del cuerpo eclesial. Un famoso libro sobre la Igleisa en America Latina nos habla de una “túnica desgarrada”. El Sínodo nos pide “caminar juntos”. No será posible una conversión misionera si no se lleva a cabo una conversión sinodal, que implica una escucha humilde y respetuosa del otro y de sus razones; que tenga la valentía de pedir y dar el perdón; que quiera la unidad no al precio de la verdad, sino que nunca identifique la verdad con “mi verdad”. Tal vez este sea el mayor esfuerzo, pero también constituirá el testimonios más fuerte, que dará contenido al don de la experiencia sinodal que pueden ofrecer a toda la iglesia” Cardenal Mario Grech, Secretario General del Sinodo de los Obispos

“Pareciera que en ocasiones se pidiera la integración de las voces jóvenes de manera infantil o demandante, se dice que los jóvenes tenemos un aporte particular e importante que dar, pero eso no se traduce en ponernos en el mismo plano para promover el trabajo conjunto, horizontal: el aporte de los jóvenes queda condicionado al discernimiento, proyecciones y decisiones de alguien más y pierde la vida que hay detrás. No somos una parte aislada de la comunidad, somos miembros de la comunidad y que, como ha dicho el Papa Francisco: “la juventud no es sala de espera” Pastoral Juvenil Latinoamericana

“Quisiera que no perdamos de vista dos palabras que nos entregó el Papa en su mensaje:Escucha y desborde. La escucha no tiene la finalidad de un marketing religioso.Implica entrar con los pies descalzos en los corazones que se abren y se expresan. Estamos “pisando tierra sagrada”. Se trata de escuchar “la voz de Dios hasta escuchar con El el clamor del Pueblo, y escuchar al pueblo hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama (Francisco, Mensaje a la Asamblea)” Monseñor Jorge Lozano , Secretario General del CELAM

Hay muchas ponencias más que me encantaría compartir, pero que ustedes pueden encontrar en el sitio de la Asamblea Eclesial y se los sugiero de corazón, son imperdibles.

Experimento una profunda alegría en mi corazón, y estoy convencida que esto es sólo el inicio de algo grande y nuevo, y como escuché en el último día de encuentro “estamos aprendiendo a aprender” y esa es la actitud, abiertos y dispuestos a incorporar aquello novedoso y grande que trae el que hace nuevas todas las cosas. Salir de lo estático para conocer lo que es permanecer el El con docilidad para el bien de todos. En un pasillo me encontré con el Cardenal Grech, que al acercarse para saludarme y preguntarme de dónde venía, le agradecí pero también le transmití esa sensación del Tabor, me explico: y ahora cuando bajemos a las realidades, qué?, teniendo en mi mente tantas caras y nombres, a los que conozco un poquito pero adivino la dificultad de apertura o simplemente de animo sinodal, y él me respondió, algo tan sencillo, pero no por eso difícil de vivir: tengamos paciencia, esto recién empieza. Acá la foto con el.

Uy amigos, ¡todo lo que tenemos que trabajar y valorar como laicado de la Acción Católica! tenemos un vasto camino por recorrer juntos con este espíritu de encuentro, escucha y discernimiento y por sobre todo de conversión personal e institucional constantes, sólo así encontraremos el coraje de salir a compartir lo que para nosotros es el sentido más pleno de nuestra existencia: Jesucristo y su vida en nosotros y en la de todos a los que llevemos hacia El.

¡Todos somos discípulos misioneros en salida!, todos y todas!!!!

Alabado sea Jesucristo

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