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Realidad, desafíos y prospectivas para la formación de los cristianos laicos

Mons. Bernard BUDUDIRA – Obispo de Bururi (Burundi)

0. Introducción

Nuestro tema encuentra fundamento, pertinencia y luz en estas palabras del Evangelio de Mateo: “ustedes son la sal de la tierra…, ustedes son la luz del mundo…” (Mt 5,13-14). Seréis mi testimonio en Africa. ¿Cómo los bautizados y los crismados que viven en Africa pueden ser testimonio de Cristo? Viviendo en todas las realidades humanas y haciendo penetrar, como la sal en los alimentos, el sabor del Evangelio que transforma la mentalidad y las estructuras de la sociedad1 de manera que los hombres y las mujeres vivan en ella en buena armonía y experimenten la alegría y la felicidad del caminar juntos. Como luz que disipa las tinieblas, los bautizados crismados que viven en Africa, serán testigos siendo signos vivientes y visibles de la presencia de Cristo, a través de gestos y palabras que trasciendan, motiven y comprometan a sus hermanos y hermanas a asumir todas las responsabilidades civiles y a conducir una vida a través de la cual los valores evangélicos y sociales sean armonizados2 de tal manera que no haya más separación entre la vida cristiana y la vida profesional o política.
Ser testimonios de Cristo en Africa significa por consiguiente conducir, irradiar una vida personal y comunitaria impregnada del Evangelio en todos los contextos y las situaciones que atraviesan nuestro continente.
Trataremos de ver si los fieles que viven en Africa son testimonios en el sentido que he reclamado antes. Examinaremos juntos los desafíos a asumir para formar personas y comunidades cristianas que sean testimonio. Reclamaremos la contribución necesaria de la Acción Católica para la promoción de las actitudes y de las acciones capaces de transformar la mentalidad y de suscitar los compromisos en todos los niveles de la vida.
Para llegar a motivaciones sólidas, a acciones apropiadas y adecuadas, las personas y las comunidades tienen necesidad de una formación en el ámbito de la fe y de las técnicas de transmisión de los conocimientos, de los métodos pedagógicos de esta misma fe. Por esta razón, la última parte de mi intervención contiene algunas propuestas que atañen a la necesaria formación de los laicos. 

I. Qué se ha hecho hoy en el ámbito de la formación del laicado en Africa

1.1. Los laicos han sido asociados desde los comienzos de la evangelización en Africa.
El anuncio directo del Evangelio y la enseñanza de la Doctrina, y el acompañamiento de las comunidades cristianas, han estado y están aún confiadas a los catequistas laicos. Lo delicado e importante de tal misión ha impulsado a las autoridades de la Iglesia a crear escuelas y centros de formación de los catequistas. 
Los programas de muchas escuelas y centros catequísticos incluyen, además de las materias teológicas, bíblicas, litúrgicas y catequísticas, cursos de aproximación sociológica y antropológica. Muy pocas escuelas o centros catequísticos han incluido en sus programas cursos sobre doctrina social de la Iglesia, sobre el compromiso del laicado en la gestión de las cuestiones de la sociedad, sobre el desarrollo y sobre la organización de los movimientos de Acción Católica.

1.2. El laicado visto en su vocación específica. Esto es, construir el reino de Dios y testimoniar la presencia de Cristo a través de la gestión de todas las actividades sociales, según el Evangelio3, no ha sido tenido en cuenta en la evangelización de los inicios de la Iglesia en Africa. Después del Concilio Vaticano II, un encuentro panafricano-malgache de los laicos, que tuvo lugar en Accra del 11 al 18 de agosto de 1971, ha sido la primera ocasión, a nivel de toda la Iglesia en Africa, que reflexionó sobre la misión específica del laicado y sobre su formación, para ayudarlo a comprometerse en el “crecimiento de la Iglesia y en el desarrollo integral de Africa”.

En el curso de este encuentro, se han revelado los retrasos del compromiso de los laicos católicos en dar testimonio de Cristo y en proceder como cristianos en los puestos de responsabilidad a nivel económico y político. En el encuentro de Accra “Chief” G.P. KUNAMBI, Presidente de “BARAZA LA Waumini KATOLIKI” di Tanzania, en su introducción al grupo de trabajo A (Evolución económica, social, política) dijo entre otras cosas: “El último punto es el compromiso de los cristianos en la vida política, en la administración, en los negocios, en las profesiones. Tradicionalmente la mayor parte de los católicos en Africa ha considerado estas cosas como “tabú”. Se ha dicho que era peligroso sobresalir, porque se corre el riesgo de perder nuestra alma”4. 
Los participantes de este encuentro han presentado muchas propuestas en materia de formación y de compromisos, pero han tenido escaso seguimiento en Africa. El encuentro de Accra tenía como finalidad esencial el promover un laicado que respondiese en modo adecuado a las enseñanzas del Vaticano II. A la luz y bajo la inspiración de estas enseñanzas los participantes habían auspiciado, entre otras cosas, una formación que consistiese principalmente en los siguientes puntos:
1. Iniciación e integración de los cristianos en las actividades socio económicas, políticas, sindicales y en los fenómenos del desarrollo.
2. Concientización de los sacerdotes y de los religiosos de su papel en los movimientos de AC.
3. Formación doctrinal de los laicos en todas las materias y niveles.
4. Creación de centros de formación para laicos.
5. Organización de grupos de catequesis para todos, comprendidos todos aquellos que tienen puestos de responsabilidad.

Dando una mirada al conjunto de Africa, veo bien pocas respuestas explícitas a estas resoluciones. Sin duda algo se hace con dirección a la información y a las sesiones sobre el compromiso de los laicos, pero una formación sistemática y estructurada constituye aún un deseo.

II. El impacto del Sínodo para el Africa y de la exhortación Ecclesia in Africa, ¿qué se hace para la promoción y la formación de un laicado responsable y testimonio de Cristo?

El Sínodo para el Africa procuraba utilizar al máximo y en modo apropiado las enseñanzas del Concilio Vaticano II, de los Sínodos de la Iglesia universal, de las encíclicas pontificias, de las decisiones y orientaciones del simposio de las conferencias episcopales de Africa y Madagascar, como también de aquellas de las asociaciones de las conferencias episcopales, regionales y nacionales. Después del Sínodo para el Africa y de la exhortación Ecclesia in Africa, ha habido primero una fase de información seguida de sesiones de formación.
Pero aquello que, a mi parecer, ha retenido la atención de la jerarquía de la Iglesia católica en Africa es la inculturación y las comunidades eclesiales de base. A través de estas últimas, los laicos ejercitan su responsabilidad de impregnar sus ámbitos de vida de actitudes y comportamientos evangélicos. Es en las comunidades eclesiales de base, que los fieles se adiestran en la oración comunitaria, se ejercitan en escuchar y meditar la Palabra de Dios, que los ilumina en el esfuerzo de transformar las mentalidades para mejorar las relaciones entre vecinos, con el diálogo y por la reconciliación, mediante el espíritu evangélico. Es en estas mismas comunidades que las comisiones “Justicia y paz” han encontrado razones evangélicas y sostén interno. Esto ayuda a las comisiones “Justicia y paz” a encontrar su propio objetivo, que es el de suscitar en los discípulos de Cristo el compromiso de defender la justicia para todos y de promover sociedades en las que los ciudadanos vivan en paz y tranquilidad, como obra de la comunidad toda. La cohesión de los miembros de una comunidad eclesial sólida y animada por el mismo espíritu evangélico ha desalentado, en muchas localidades, las siete nacientes.
En muchas Iglesias locales, los líderes de la comunidad eclesial de base tienen encuentros de formación sobre metodología de las reuniones de oración, de escuchar la Palabra de Dios, de análisis de las situaciones sociales, de las decisiones sobre las acciones y de evaluaciones de las posibilidades de emprender acciones concertadas. Lo que no se ve aún, es una eclesiología y una espiritualidad de las comunidades eclesiales de base, estructurada de tal manera que pueda ser una base de formación sistemática para los laicos, los seminaristas, los sacerdotes y las religiosas.

III. Los desafíos a recoger

El retraso en promover un laicado consciente de su vocación específica de transformar la sociedad con los valores evangélicos, y la complejidad de los problemas de ética en los ambientes socio económico y político, nos pone de frente a los desafíos siguientes: indico algunos sin pretender ponerlos en orden de importancia.
1. El desafío mayor a recoger en primer lugar, es la tendencia de los laicos a separar la vida cristiana del trabajo, de la profesión, y de todos los compromisos sociales o políticos. Las causas de este comportamiento son diversas: existe la sospecha de ciertos eclesiásticos, en los enfrentamientos de las actividades políticas y comerciales; hay ciertas espiritualidades que han predicado la fuga del mundo perverso para refugiarse en aquello que se llama “las prácticas religiosas”. Se juzga al buen cristiano únicamente por su fidelidad a las oraciones y a las otras actividades internas de la Iglesia; en muchos sacerdotes falta también una visión clara de la vocación específica propia de los laicos.
2. Faltan como consecuencia líderes políticos, operadores económicos y de los medios, de inspiración evangélica y eclesial. Es necesario que todos los componentes de la Iglesia, familia de Dios en Africa, unan sus esfuerzos para recoger este desafío.
3. Este último desafío se ve agravado por otra laguna: la falta de formación en la doctrina social de la Iglesia de parte de los laicos y de la mayor parte de los sacerdotes y de otros agentes de evangelización. A esto se agrega la falta de una cultura de colaboración laicos – sacerdotes en la reflexión y en el estudios del acercamiento a los problemas económicos, sociales y políticos a la luz del Evangelio.
4. La ausencia de colaboración entre laicos y sacerdotes en la reflexión y en el acercamiento en cuestión, resulta de una marginación de los laicos que han sido privados de una merecida atención en los ambientes de la espiritualidad, del compromiso del fiel laico, de la eclesiología y de la doctrina social de la Iglesia.
5. La marginación y la falta de una contribución específica de los laicos derivan del hecho que lo líderes laicos, sean de movimientos de AC o de las comunidades eclesiales de base, no están bien formados en el ejercicio de su misión específica en toda su amplitud.
6. Después de haber constatado los escasos resultados de las reuniones y de las decisiones post-conciliares para la formación del laicado, sea a nivel de los episcopados locales, sea a nivel de los sínodos romanos, sea a nivel de las asociaciones continentales o regionales de las conferencias episcopales, concluyo que falta una verdadera coordinación para asegurar que las decisiones y las acciones a emprender tengan seguimiento. Es un desafío para recoger en los niveles diocesano, nacional, regional e internacional.

IV. Qué hacer frente a los desafíos identificados más arriba

Los desafíos identificados, vale decir:
– la tendencia a separar la vida religiosa de la vida social;
– la falta de líderes cristianos en los ambientes políticos, económicos, de los medios…;
– la falta de una cultura de colaboración entre laicos y curas en la reflexión y en el estudio de los problemas socio económicos y políticos según el Evangelio;
– la marginación de los laicos y su escasa contribución específica tienen como causa la falta de una formación basta y profunda.

• La formación antes que nada
La exhortación Ecclesia in Africa muestra claramente como la formación es fundamental para conocer las verdades de fe y ser iniciados en la producción de actos que traduzcan y concreten esta fe en la vida5.
Por consiguiente, miremos a la educación ante todo.

• La comunidad entera tiene necesidad de ser formada
¿A quién se dirigirá esta formación?
El objetivo sería la comunidad entera: “La comunidad entera tiene necesidad de ser preparada, motivada y reforzada para la evangelización, cada uno según su papel específico en el seno de la Iglesia”, escribe el Papa Juan Pablo II en la exhortación Ecclesia in Africa n.75.
Las comunidades eclesiales de base ejercitan su misión de testigos de Cristo en la vida, siempre que los miembros estén formados para conocer las diversas situaciones de su ámbito socio económico y político a la luz de la Palabra de Dios. Esta será su luz en los senderos de la vida cotidiana, si han aprendido a leerla, meditarla, interiorizarse en ella y confrontarla con las situaciones concretas de la existencia.

• Los líderes de las comunidades eclesiales de base
Aquellos que animan las comunidades, guían las reuniones y orientan las acciones, tienen necesidad de una formación más profunda y más variada, según los diversos temas tratados en los encuentros comunitarios. Por esta razón corresponde disponer de lugares adecuados y períodos más largos y frecuentes de formación.

• Los miembros de la AC
No basta pertenecer a un movimiento de AC para saber “asumir todas las responsabilidades civiles, socio económicas y políticas a la luz del Evangelio y de la fe en Dios”. Corresponde primero haber estado formado en una vida espiritual, eclesial y personal sólida, haber profundizado el conocimiento de la fe. Todos los miembros de la AC, especialmente los responsables, tienen imperiosa necesidad de tal formación.

• Los sacerdotes, los seminaristas y los religiosos
Hemos visto la falta de colaboración entre sacerdotes y laicos en la reflexión y en la aproximación a los problemas socio económicos y políticos.
Este desafío será recogido si los sacerdotes, seminaristas y religiosos estan formados con los laicos. Corresponde que todos acepten caminar juntos para que la diversidad de los ministerios y de los sectores de acción puedan 
complementarse con miras a un mismo fin: ser testimonios de Cristo en Africa y en el mundo. 

• La formación. ¿En qué ambientes?
Ya es tiempo que los laicos reciban una formación teológica de nivel, como la que se imparte en los grandes seminarios y en las facultades de teología. Es también tiempo que la doctrina social de la Iglesia sea un vademecum de los laicos y de los sacerdotes. De esta manera los laicos formados con los sacerdotes, los religiosos y los futuros sacerdotes, se acostumbrarán a reflexionar juntos.

• Los lugares de formación
Sería necesario prever diversos lugares de formación:
– a nivel de los equipos y de las comunidades de base. A este nivel, es necesario inculcar en todos la convicción de su vocación específica y de sus responsabilidades apostólicas e iniciarlos en una vida espiritual personal y eclesial.
– A nivel parroquial, hará falta organizar encuentros más prolongados de los animadores de las comunidades y de los dirigentes de los movimientos de AC, con un programa más elaborado, rico y variado.
– A nivel diocesano o nacional, es aún más necesario organizar dos tipos de formación:
– una formación periódica de los líderes de las comunidades y de los movimientos de AC
– una formación sistemática y académica en los centros e institutos donde los laicos encuentren a los sacerdotes o futuros sacerdotes.
De esta manera se prepararan los servidores del mismo pueblo de Dios en la misma dinámica.

VI. La contribución de la AC 

La contribución de la AC es indispensable para recoger los desafíos indicados y tener éxito en la formación del laicado. Ya hemos verificado que las comunidades eclesiales de base se han solidificado e intensificado allí donde la AC ya actuaba. Del mismo modo, creemos que la AC será el sostén de la formación del laicado para que responda a su vocación específica. 

1. La AC es el lugar privilegiado de educación a la corresponsabilidad apostólica en la Iglesia. 
2. La AC, con su método de aproximación a las situaciones sociales a la luz del Evangelio, ayudará a las comunidades cristianas a ser testimonio de Cristo en la vida concreta y ofrecerá a las instancias de formación, didácticas eficaces de análisis y de acción.

Conclusión

Cristo envía a sus fieles a penetrar el tejido social de la humanidad como la sal penetra y transforma el gusto de los alimentos con los cuales se mezcla. Por esto, antes que vivir la vida del Evangelio fuera del mundo, Cristo nos envía a mezclarnos en el mundo de manera de darle otro sabor, el gusto del Evangelio. Por consiguiente es contrario a la voluntad de Cristo incitar a la gente a fugarse del mundo y a despreciar al mundo. Pero para afrontar las contradicciones del mundo, todos tenemos necesidad de ayudarnos recíprocamente a adherir siempre y en cualquier circunstancia a Cristo, luz y vida.
¿Cómo podemos ayudarnos recíprocamente?
Hemos constatado retrasos, lentitud y tal vez hasta olvidos en la puesta en práctica de las enseñanzas conciliares, de las decisiones, resoluciones y consejos de los sínodos, de las asambleas de los Obispos o de los laicos. A qué se debió, tendrá sin duda razones múltiples. Busquemos juntos las instancias, los mecanismos para dar seguimiento, recordar y coordinar las acciones. 
¿Tal vez el Secretariado de la FIAC podría sugerir los métodos y las acciones a seguir y coordinar? 
En fin, vista la importancia y la necesidad de la formación, sugeriría tentar en un futuro próximo la creación de un Instituto donde los laicos, sacerdotes, religiosos puedan seguir un programa de formación como aquella que les he propuesto.

Note
1 Ecclesia in Africa n. 54
2 Ecclesia in Africa n. 54
3 Lumen Gentium n. 31
4 Encuentro Panafricano-Malgache de los laicos 11-18 de agosto de 1971
5 Ecclesia in Africa n. 75

1º SEMINARIO EN AFRICA – Nairobi, 26/29 de Abril de 2000 
Realidad, retos y perspectivas para la formación y la misón de los fieles laicos.
La aportación de la Acción Católica
 – SEREIS MIS TESTIGOS EN AFRICA

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Mons. Bernard BUDUDIRA - Obispo de Bururi (Burundi)
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