ACG España en la parroquia porque las personas sean el centro de la vida parroquial
Desde la Acción Católica General de España estamos trabajando por transmitir la necesidad de fomentar parroquias que trabajen en clave vocacional ofreciendo a aquellos que nos encontremos, lugares donde vencer el aislamiento de una fe vivida en solitario: «lugares donde regenerar la propia fe en Jesús crucificado y resucitado, donde compartir las propias preguntas más profundas y las preocupaciones cotidianas, donde discernir en profundidad con criterios evangélicos sobre la propia existencia y experiencia, con la finalidad de orientar al bien y a la belleza las propias elecciones individuales y sociales” (EG 77).
Esto supone que queremos que en nuestras parroquias las personas sean el centro de la vida parroquial, y no por el servicio o función que puedan desempeñar en ella, sino por la necesidad que tienen de vivir el encuentro con Cristo y desde él entender la vida como respuesta vocacional a su llamada. Propiciar el encuentro con Cristo que lleva a la persona a replantearse constantemente su vida, desde los pequeños actos que realizamos a diario hasta las grandes decisiones que marcan nuestro itinerario.
Nuestro reto es que las personas descubran en su vida la dinámica del amor de Dios y, desde ahí, ser capaces de tenerle siempre presente en lo que ven y hacen; pero no para hablar con Él sin más; sino para ponerse en sus manos y preguntarle constantemente: “Señor, ¿qué quieres de mí?”. En lo rutinario y en lo extraordinario, en lo imprevisto y en lo planificado, en lo que parece nimio y en lo importante. No es una cuestión puntual, es un estilo de vivir.
En torno a la Eucaristía, es necesario articular equipos parroquiales de vida cristiana en los que las personas puedan formarse, orar, celebrar, compartir la vida e iluminarla a la luz de la Palabra de Dios. Equipos de vida para todas las edades y que no tienen una tarea específica, sino que buscan la maduración de la fe de las personas que forman parte de ellos. En esos grupos irán descubriendo las llamadas que el Señor les hace para ir prestando su disponibilidad para atender las distintas necesidades que descubran, no sólo de la parroquia, sino también del entorno social.
En definitiva, básicamente se trata de educarnos en poner nuestra vida, todos los días, delante del Señor, dejarnos hacer por Él y llevar a cabo pequeñas acciones con las que manifestamos la voluntad de Dios. No es una formación teórica, sino vivencial. Al desarrollarse en grupo, genera una dinámica participativa que nos educa en la corresponsabilidad: al partir de los hechos que nos acontecen, juntos, tratamos de escuchar lo que Dios nos dice a cada uno, y todos estamos llamados a dar un paso al frente y comprometernos para que con nuestras obras, nuestra vida diaria, demos testimonio del amor de Dios a nuestro alrededor, en el día a día. Porque descubrir y cultivar nuestra vocación cristiana va unido a la explicitación permanente de la Buena Nueva, para que otros crean, se salven y participen en la construcción de un mundo mejor.
Dar respuesta a la llamada que recibimos de Dios con actitud de humildad y servicio nos da felicidad. De aquí surge la alegría del Evangelio, la paz de Dios que contagia y conmueve al prójimo. Nos convertimos en discípulos misioneros transformadores de este mundo que tanto nos necesita.
Enlace: www.accioncatolicageneral.es
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