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El reto de las diferencias hacia la unidad y la armonía

Saludo de Su Eminencia el cardenal Pietro PAROLIN a los miembros del Secretariado de FIAC – Vaticano, 28 marzo de 2015

Es una gracia del Señor encontrarnos en este ambiente. Lo que el presidente Inzaurraga ha expuesto retoma el programa que el Santo Padre Francisco ha dado a toda la Iglesia, sobre todo la dimensión misionera, que debería caracterizar – como afirma en la Evangelii Gaudium – a todas las estructuras y sus actividades.

Deseo alentarlos en lo que están haciendo, en los diversos contextos, que son muy diferentes y a veces están signados por conflictos y laceraciones. La cuestión de la paz se torna entonces prioritaria: cómo construir un mundo de paz y reconciliar las diferencias.

Quiero insistir sobre dos puntos. El primero es el de la vocación y de la misión de los laicos, es decir, la animación de las realidades temporales del mundo. ¡Lleven el fermento del Evangelio a todos los ambientes de vida y de trabajo! Hoy, en un mundo secularizado y signado por conflictos profundos, donde la religión muchas veces es manipulada para otros fines, saber llevar el fermento del Evangelio, la sal y la luz del Señor, es una de las tareas más importantes de los laicos.

El Concilio subraya estos dos ámbitos de compromiso de los laicos: colaborar con los pastores en el interior de la Iglesia – la presencia de la Acción Católica en particular ha sido verdaderamente importante desde este punto de vista – y ad extra [hacia fuera].

Es importante resaltar este compromiso ad extra. Ser testigos que atraen. El presidente Inzaurraga recordaba las palabras del Papa a propósito del respeto, de la delicadeza, de la atención, del diálogo y, por otra parte, a esto hacía referencia san Pedro cuando exhortaba a dar razón de la fe y de la esperanza que hay en nosotros, y hacerlo con respeto y delicadeza (cf. 1 Pe 3, 15), de tal modo que la gente se sienta verdaderamente atraída.

Como han dicho el papa Benedicto XVI y el papa Francisco, el modo más eficaz para evangelizar es el testimonio, capaz de suscitar interrogantes en el corazón de los hombres, a los cuales dar respuestas, sobre todo con la vida.

El segundo aspecto sobre el que me parece importante detenerse es el de las diferencias. Vivimos en un mundo fragmentado, y pluralista desde el punto de vista cultural, social, político y religioso, donde las diferencias tienden a plantearse como contraposiciones y a convertirse en fuente de conflictos. El desafío como cristianos que quieren dar un testimonio y vivir la esencia misionera de la Iglesia es lograr que las diferencias culturales, sociales y políticas converjan en una unidad superior y se conviertan en fuente de armonía y de colaboración.

Les encomiendo este compromiso. Pongámonos entonces al servicio los unos de los otros para evitar el conflicto de culturas y de civilizaciones que está siempre al acecho, para ser, por el contrario, verdaderos constructores de la paz.

Me parece que sobre esto el Papa es muy sensible y continúa insistiendo, prestando atención sobre todo a los más pobres y a las personas más vulnerables, que tienen necesidad de encontrar en nosotros a samaritanos que los puedan ayudar.


A partir de un breve intercambio surgió una reflexión sobre la Iglesia y sobre la Acción Católica en salida, en misión


La Iglesia y la Acción Católica en salida, en misión

Cuando habla de evangelización en nuestro tiempo, el papa Francisco hace referencia a un texto fundamental: la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, del papa Pablo VI.

Estamos frente a un cambio. También en mi experiencia como nuncio en América Latina tuve la posibilidad de conocer diferentes modos de evangelizar. Es indispensable cambiar la actitud de espera, que nos hace permanecer cerrados en nuestras realidades y ser poco activos. Debemos asumir la actitud del pastor del Evangelio, que va en busca de las ovejas extraviadas. Una Iglesia en salida en este sentido, una Iglesia que va a la búsqueda, que hace una propuesta y no se limita solamente a esperar. Según mi opinión, ésta es la transformación principal que es necesario hacer.

Veo que en nuestro interior hay numerosos fermentos y tantas cosas buenas, pero que corremos el riesgo de permanecer un poco cerrados en nosotros mismos sin esta proyección hacia los demás. Esto significa no sólo un cambio teórico, de paradigma y de mentalidad, sino también ponernos concretamente en camino, “ensuciarnos las manos”.

Es necesario encontrar los caminos apropiados para salir materialmente y caminar entre la gente. No estamos frente a un mundo completamente cerrado, sino que es un mundo que ante todo busca respuestas. Nosotros hemos encontrado la respuesta, porque si somos cristianos – laicos cristianos o sacerdotes – es porque hemos encontrado la respuesta a nuestros interrogantes y debemos ser capaces de trasmitirla a los demás. Se torna atractivo cuando se dan respuestas a las que son las preguntas fundamentales del hombre.

Busquemos emprender este camino, cada uno desde su punto de vista y a partir de su función, pero todos juntos como Iglesia-comunión. La comunión es la condición necesaria de la misión. No podemos ir sin ningún orden, sino todos juntos. En el momento en que demostremos que nos amamos los unos a los otros como ha dicho el Señor, el fruto de la misión será ciertamente muy eficaz.

Como Acción Católica, sean verdaderamente fermento de comunión en el interior de la Iglesia. Cuando yo era niño, en nuestras parroquias estaba sólo la Acción Católica. Yo soy de la diócesis de Vicenza, en el Véneto, y había diócesis donde la Acción Católica estaba muy presente también desde el punto de vista cuantitativo. Hoy, también en el interior de la Iglesia han nacido muchos movimientos y asociaciones, muchos grupos y, si bien se han atenuado algunas asperezas en las relaciones que han caracterizado los primeros tiempos, permanece el desafío de la comunión. Lo que nos puede unir es precisamente la dimensión misionera, es decir, no perdernos en nuestras pequeñas cuestiones – típicas por otra parte de cada familia – sino sentirnos verdaderamente todos proyectados a esta única misión.

Es importante que ustedes, como Acción Católica, en el programa y en las actividades, sepan ser elementos de comunión en el interior de las diversas asociaciones y de los distintos movimientos.
Muchas gracias por su visita y los mejores deseos para vuestra actividad. Que el trabajo de ustedes siga siendo bueno.
Yo le trasmitiré al Santo Padre vuestros saludos y vuestros deseos. Le diré que puede contar con ustedes.
Podemos concluir juntos con una oración y con la Bendición

Todos rezan juntos el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria

El cardenal Pietro Parolin imparte la bendición


El texto mantiene el carácter coloquial de la conversación

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Saludo de Su Eminencia el cardenal Pietro PAROLIN a los miembros del Secretariado de FIAC - Vaticano, 28 marzo de 2015
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