• Breve comentario de Luisa Alfarano y Michele Tridente
Responsables de la Coordinación de Jóvenes FIAC (video IT)

• Comentario de Mons. Eduardo Garcia
obispo de San Justo, Asesor General ACA y del FIAC

El motivo principal por el que María no debe temer es porque ha encontrado gracia ante Dios. La palabra «gracia» nos habla de amor gratuito e inmerecido. Cuánto nos anima saber que no tenemos que conseguir cercanía y la ayuda de Dios presentado por adelantado un «curriculum de excelencia», lleno de méritos y de éxitos. (3. Mensaje del Papa Francisco para la JMJ 2018).

El pasaje de Lucas nos habla del testimonio de Juan Bautista, que se presenta como el predicador de la conversión como un cambio de mentalidad que se traduce en acciones concretas. Por eso sus oyentes le preguntan qué tienen que hacer para convertirse antes que llegue el Señor. Juan sencillamente les dice que procuren vivir sin hacer concesiones al egoísmo: que compartan con los demás los propios bienes, que no cometan extorsiones ni chantajes, que no opriman a nadie.

Ante la venida del Señor que se acerca todo puede y debe cambiar. La conversión siempre es hacia adelante, y no consiste en detenerse para llorar o lamentarse de lo que pasa. El que espera de verdad no se trata sólo de pensar, sino de hacer. La esperanza nacida de la fe en Jesús no es una cuestión de mirada, de ojos nuevos, sino también de manos nuevas y trabajo adecuado y eficaz en la construcción de la humanidad renovada en el amor.

La fe cristiana, como esperanza del futuro, no puede servir de coartada para evadirnos del presente y ser somnífero del pueblo en lugar de actuar como estímulo y empuje.

 Para que la mente, el corazón y el comportamiento del hombre estén de acuerdo con la justicia que exige el Reino, es necesario dejarse invadir por el Espíritu de Dios.

Adviento es invitación a la Alegría que es la convicción de que Dios nos ama, que estamos en sus manos, y que todo debe y puede cambiar. Es alegría que brota del corazón que sabe que aquello que espera se va a cumplir pese a las contrariedades; pero es alegría que comienza en el instante mismo en que suspendemos nuestro afán desmedido de búsqueda de la propia felicidad para procurar la de los otros. Nuestra alegría no es auténtica ni cristiana si tratamos injustamente, ante los marginados, ante el hombre, la violencia.

Ayudar y servir es lo que provoca la alegría del cristiano y son caminos necesarios y complementarios para experimentar la presencia del señor en medio de nosotros si queremos ser fieles a la Buena Noticia que anuncio Juan y que realizó Jesús.

•  Recemos el Santo Rosario, por las intenciones del  Papa Francisco