Oración 30° aniversario del FIAC – con un vídeo de santuarios marianos de varios países con la oración del Siervo de Dios Card. Eduardo Pironio para el FIAC
ORACIÓN POR EL 30º ANIVERSARIO DEL FIAC
Señor Jesús,
te damos gracias
por estos 30 años
del Foro Internacional de la Acción Católica
Ayúdanos, con la fuerza de tu Espíritu,
a renovar nuestra presencia en todos
los países donde nos encontramos
viviendo la dulce y confortadora
alegría de evangelizar.
Danos la Gracia de custodiar
la Casa Común que el Padre nos confió
avanzando alegres y seguros
por el camino de la santidad,
en el que nos precedieron tantos amigos.
Fortalecenos en el servicio en las diócesis,
para que seamos, junto a los obispos, sacerdotes
y laicos “gimnasio” de sinodalidad,
en medio de la ciudades, pueblos y barrios .
Regalanos un corazón samaritano
para que sepamos “hacernos prójimo” de todos,
construyendo lazos de fraternidad y amistad social
especialmente con los más necesitados y más pobres.
Fortalece con tu gracia a nuestras familias,
apasiona con tu Evangelio a nuestros jóvenes,
acaricia con ternura a nuestros niños
y anima con tu presencia a nuestros ancianos.
Que, subidos a la misma barca,
atravesemos este tiempo de prueba
como hermanos todos,
testigos de esperanza y constructores de una humanidad
renovada en el amor, el servicio y la oración.
Nos confiamos a María
y pedimos la intercesión de San José
junto a nuestros santos, beatos y testigos fieles.
ORACIÓN A LA VIRGEN DE LUJÁN
Oración escrita por el Card. Eduardo F. Pironio en 1997 para la II Asamblea Ordinaria del FIAC de Buenos Aires.
Virgen de Luján, Madre de los pobres y los humildes, de los que sufren y esperan: Tú has querido elegir este lugar, en la inmensidad silenciosa de las pampas argentinas, para escuchar nuestras súplicas, serenar nuestros corazones y hablarnos de tu Hijo: “El Salvador de ayer, de hoy y de siempre”. Este sencillo lugar constituye el corazón espiritual de nuestro pueblo.
Hoy llegamos a Tí un pequeño grupo de discípulos, apóstoles y testigos de tu Hijo que nos hemos reunido en estos días en el Forum Internacional de Acción Católica. Tú has inspirado siempre las grandes empresas de la Acción Católica Argentina y junto a tí fueron creciendo y madurando inolvidables militantes y dirigentes de esta providencial Asociación apostólica de la Iglesia.
Hoy venimos de lejos y de cerca. Somos rostros distintos y culturas diferentes, con un lenguaje diverso, pero nos entendemos en la misma Palabra de tu Hijo que nos dice a cada uno: “Aquí tienes a tu madre”. Y así te sentimos, María, como Madre y Señora nuestra. Sólo te pedimos que nos mires y nos escuches. ¡Tendríamos tantas cosas que decirte, tantas penas que contarte, tantas gracias que pedirte! Para nosotros, para nuestros países, para nuestras Iglesias locales. Pero nos falta el tiempo y las palabras. Sólo nos basta el haber llegado hasta aquí para mirarte y saber que Tú nos miras y nos cambias.
Somos jóvenes y adultos, hombres y mujeres, que quieren vivir la Iglesia en el corazón del mundo, como tu Hijo nos lo pide. Bien comprometidos con la hora y el tiempo que vivimos. Queremos vivir con fidelidad serena, fuerte y humilde, unidos a nuestros Pastores – Obispos y sacerdotes –, a los religiosos y todos los fieles laicos en comunión de Iglesia misionera. Nos sentimos marcados por el fuego del Espíritu Santo y enviados nuevamente por tu Hijo para anunciar a todas las gentes la Buena Nueva del Reino: el amor del Padre.
Hemos penetrado desde la fe el mundo en que vivimos y nos hemos comprometido a hacer, desde el corazón de una Iglesia comunión, un diálogo y un camino de salvación. Sentimos los desafíos de este siglo que termina y las esperanzas que nos ofrece el nuevo que se acerca.
Virgen de Luján, Madre de Jesús y madre nuestra: hoy dejamos en tu corazón nuestra inquietudes y esperanzas, nuestros dolores y alegrías. Queremos ofrecerte nuestra pobreza, nuestra oración, nuestra alegría, nuestra esperanza, nuestro amor a la Iglesia insertada en el mundo como sacramento universal de salvación. Te pedimos que nos hagas fuertes en las dificultades y serenos en los peligros. Tú sabes bien lo que necesitamos: un gran espíritu contemplativo para comprender la pobreza de los hombres y el dolor de los pueblos, una grande capacidad para acoger la Palabra de Dios y ponerla en práctica, una serena fortaleza para abrazar la cruz de tu Hijo y una gozosa capacidad para entregarnos al servicio de nuestros hermanos.
Queremos amar intensamente a la Iglesia y vivir en comunión profunda con nuestro Pastores. Que seamos orantes y misioneros. Que sepamos acoger la Palabra de Dios y contemplarla, ponerla en práctica y comunicarla con el fuego del Espíritu. María Santísima ayúdanos a ser fieles a nuestra hora. Es una hora “dramática y magnífica”, llena de desafíos y de esperanzas. Se necesitan fieles laicos que vivan la santidad de su Bautismo y el compromiso apostólico de la Confirmación; que vivan con sencillez cotidiana el Misterio Pascual; que no le tengan miedo a la cruz ni al martirio. Que sólo vivan la alegría de la santidad en la comunión misionera de la Iglesia.
Gracias, oh Madre y Señora de Luján, por habernos recibido hoy en tu casa, por habernos mirado y escuchado, por habernos hablado y robustecido, por habernos enseñado a ser Iglesia. Ahora nos volvemos serenos y fuertes, llenos de alegría y de esperanza. Volvemos a nuestras casas, a nuestros países, a nuestras Iglesias locales, con la seguridad que nos dan estas palabras de tu Hijo: “Aquí tienes a tu madre” y llevamos en el corazón la alegría de repetir contigo a Jesucristo – el de hoy, el de ayer y el de siempre – estas palabras tuyas: “Yo soy la servidora del Señor: que se haga en mí según tu palabra”. Y nos volvemos a casa llevando tu presencia de madre que nos dice: “Hagan todo lo que él les diga”. Así nos comprometemos y que así sea. Amén. Aleluya.
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