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​Apóstoles hoy

Discurso del Santo Padre Francisco a la AC de Francia 13.01.2022

A la Delegación de los Movimientos de Acción Católica de Francia

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El Papa a la Acción Católica de Francia: “Apóstoles hoy”

A la Delegación de los Movimientos de Acción Católica de Francia

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LA DELEGACION DEL MOVIMENTO DE ACCION CATOLICA DE FRANCIA

Sala Clementina
Jueves 13 de enero de 2022

¡Queridos hermanos y hermanas!

Os saludo a todos con afecto y agradezco a monseñor Fonlupt sus amables palabras. Me alegra recibiros con motivo de vuestra peregrinación a Roma. Quiero saludar también, a través de vosotros, a todos los miembros de los equipos de la Acción Católica en Francia, y os pido que les aseguréis mi oración y también mi cercanía.

Es costumbre antigua de vuestros movimientos venir al encuentro del Papa: ya en 1929 Pío XI había recibido a algunos representantes de la Acción Católica y había saludado en ese movimiento “la renovación y continuación de lo que fue en los primeros tiempos del cristianismo, pues el anuncio del Reino de Dios, […] en la cooperación de los laicos con los Apóstoles” (12 de junio de 1929). Habéis elegido “Apóstoles hoy” como tema de vuestra peregrinación. Quisiera reflexionar con vosotros sobre nuestra llamada a ser efectivamente apóstoles hoy, a partir de la intuición que os dejó una de las grandes figuras de la Acción Católica, el abate Cardijn, es decir, la “revisión de vida”. Cuando los discípulos caminan con Jesús por el camino de Emaús (cf. Lc 24, 18-35), comienzan recordando los hechos vividos; entonces reconocen la presencia de Dios en esos acontecimientos; finalmente, actúan volviendo a Jerusalén para anunciar la resurrección de Cristo. Ver, juzgar, actuar: ¡Ya conocen estas tres palabras! Vamos a ocuparnos de ellos juntos.

Ver Esta primera etapa es básica; consiste en detenerse a observar los acontecimientos que componen nuestra vida, lo que constituye nuestra historia, nuestras raíces familiares, culturales y cristianas. La pedagogía de la Acción Católica comienza siempre con un momento de memoria, en el sentido más fuerte del término: una “anamnesi”, es decir, comprender a posteriori el sentido de lo que uno es y lo que ha vivido, y percibir cómo Dios fue presente en cada momento. La finura y la delicadeza de la acción del Señor en nuestra vida nos impide a veces comprenderla en el momento, y necesitamos esta distancia para comprender su coherencia. La encíclica Fratelli Tutti, que vuestros grupos han estudiado, comienza con una mirada a la situación a veces preocupante de nuestro mundo. Puede parecer un poco pesimista, pero es necesario avanzar: “Sin memoria nunca se avanza, no podemos crecer sin una memoria intacta y luminosa” (n. 249).

La segunda etapa es juzgar o, se podría decir, discernir. Es el momento en que nos dejamos cuestionar, desafiar, . La clave de esta etapa es la referencia a la Sagrada Escritura. Se trata de aceptar que la propia vida ha pasado al escrutinio de la Palabra de Dios que, como dice la Carta a los Hebreos, “es viva, eficaz y más cortante que toda espada de doble filo; […] Discierne los sentimientos y pensamientos del corazón” (4:12). En Fratelli Tutti  he elegido la parábola del Buen Samaritano para cuestionar nuestra relación con el mundo, con los demás, especialmente con los más pobres.

En el encuentro entre los acontecimientos del mundo y de nuestra vida, por un lado, y la Palabra de Dios, por otro, podemos discernir las llamadas que el Señor nos dirige.  Vuestros movimientos de Acción Católica han desarrollado, en su historia, verdaderas prácticas sinodales, especialmente en la vida de grupo, que constituye la base de vuestra experiencia. La Iglesia en su conjunto está también embarcada en un proceso sinodal, y cuento con vuestra contribución. En este sentido, recordemos que la sinodalidad no es una simple discusión. No es un “adjetivo”. Nunca adjetivar la sustancialidad de la vida. La sinodalidad no es ni siquiera la búsqueda del consenso de la mayoría, esto lo hace un parlamento, como se hace en política. No es un plan, un programa a implementar. No. Es un estilo que hay que asumir, en el que el protagonista principal es el Espíritu Santo, que se expresa sobre todo en la Palabra de Dios, leída, meditada, compartida. Tomemos la imagen concreta de la cruz: tiene un brazo vertical y un brazo horizontal. El brazo horizontal es nuestra vida, nuestra historia, nuestra humanidad. El brazo vertical es el Señor que viene a visitarnos con su Palabra y su Espíritu, para dar sentido a lo que vivimos. Quedar fijados en la cruz de Jesús, como dice san Pablo (cf. Ga 2, 19), significa realmente aceptar poner mi vida bajo su mirada, aceptar este encuentro entre mi pobre humanidad y su divinidad transformadora. Dejen siempre un lugar importante para la Palabra de Dios en la vida de vuestros grupos. Y dar también espacio a la oración, a la interioridad, a la adoración.

Y llegamos a la tercera etapa: actuar. El Evangelio nos enseña que la acción -que está en el nombre mismo de vuestro movimiento- debe tener siempre la iniciativa de Dios. Después de la resurrección, San Marcos informa que “el Señor actuó junto con [los Apóstoles] y confirmó la Palabra con la señales que lo acompañaban” (16:20). Así, “la acción pertenece al Señor: es Él quien tiene el derecho exclusivo, caminando” de incógnito “en la historia que vivimos” (Discurso a la Acción Católica Italiana, 30 de abril de 2021). Nuestro papel consiste, pues, en apoyar y favorecer la acción de Dios en los corazones, adaptándonos a la realidad en constante evolución. Las personas a las que llegan vuestros movimientos -estoy pensando en particular en los jóvenes- no son las mismas que hace unos años. Hoy, especialmente en Europa, quienes frecuentan los movimientos cristianos son más escépticos de las instituciones, buscan relaciones menos exigentes y más efímeras. Son más sensibles a la afectividad, y por tanto más vulnerables, más frágiles que las generaciones anteriores, menos arraigadas en la fe, pero sin embargo en busca de sentido, de verdad, no menos generosas. Es vuestra misión, como Acción Católica, llegar a ellos tal como son, hacerlos crecer en el amor a Cristo y al prójimo, y llevarlos a un mayor compromiso concreto, para que sean protagonistas de su vida y de la vida de la Iglesia, para que el mundo pueda cambiar.

Gracias, queridos amigos, gracias de corazón por vuestro generoso servicio, que la Iglesia necesita más que nunca, en este tiempo en el que tanto espero que todos encuentren o redescubran la alegría de conocer la amistad de Cristo y de anunciar el Evangelio Les pido que me tomen en sus oraciones. Os encomiendo a vosotros, los dirigentes, así como a todos los miembros de vuestros equipos, a la intercesión de la Virgen María, y os doy mi bendición.

 Dossier de presse

Action catholique générale et spécialisée

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Discurso del Santo Padre Francisco a la AC de Francia 13.01.2022
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